Jornadas médicas sociales más allá de la salud revelan las desdichas de madres y niños carabobeños

De acuerdo con la Encuesta de Condiciones de Vida (Encovi) el 2021 estuvo marcado por 65,2% de hogares en situación de privación total, por lo que las madres se ven más complicadas para palear las crisis.

Valencia – El lunes 28 de marzo le llegó una cadena de Whatsapp por el grupo de la comunidad a Fabiana Tellechea. El mensaje era una invitación a unas jornadas de salud  para las madres de la Pastora Norte, en el centro de Valencia. Esa era una oportunidad que no podía dejar pasar.

A sus 24 años de edad, Tellechea ha sido madre tres veces. El mayor tiene 8 años de edad, el siguiente tiene 5 y el tercero, 3 años. Por ende, Su primer embarazo fue a los 16 años. En todo ese tiempo una pregunta ha sido constante en sus casi 10 años de maternidad: “¿Cómo se hace para atender a tantos chamos?”. Le cuesta responder, pero con una sola palabra lo dice todo: “Difícil”, luego repite: “Muy difícil”.

Más aún cuando como tantas venezolanas tiene que cubrir consultas pediátricas y ginecológicas. Ella no es ingeniera, ni arquitecta o abogada, trabaja por su cuenta haciendo manicura, pedicura, cejas y pestañas. Cobra $5 y con suerte puede hacer $10 o $15 en un día. “Pero no creas que eso es todos los días que atiendo gente”.

De acuerdo con el Fondo de Población de las Naciones Unidas (Unfpa, en inglés) casi 18 % de los nacimientos en Latinoamérica corresponden a madres menores de 20 años y que anualmente, dan a luz alrededor de un millón y medio de adolescentes de entre 15 y 19 años.

El 2 de abril, Tellechea llegó con sus muchachos a las jornadas de salud. Agradeció que estuviera cerca de su casa porque se libra de tomar transporte público y todo lo que eso significa cuando se tienen niños como acompañantes.

A ella le gustaría que se realizaran más jornadas pediátricas y ginecológicas como en la que se encuentra. O al menos, que el gobierno se encargara de eso, consciente que los precios de una consulta son muy elevados. Sin embargo, esta joven madre hace lo que puede y lleva a sus hijos a un pediatra privado. No obstante, no es algo que hace seguido.

“Ya ellos están grandes así que no los suelo llevar, lo hago si es que están enfermos. Ahí si los llevo”.

 

Si no hay enfermedad, la única forma para que Tellechea pise el suelo de un centro de salud es bajo la figura de jornadas. “Si te soy sincera creo que tenía como un año o más sin llevarlos”.

No todas las jornadas son precisamente gratuitas, pero si una consulta va desde los $30 hasta los $60 y ella puede pagar $15 representa un verdadero ahorro. “A mí me dijeron que esta sería gratuita así que vestí a mis muchachos y salimos corriendito. Uno con estos operativos resuelve, igual con las consultas ginecológicas”.

De acuerdo con la Encuesta de Condiciones de Vida (Encovi) el 2021 estuvo marcado por 65,2% de hogares en situación de privación total. 

Tellechea es sincera y dice que su última consulta con el ginecólogo fue hace 6 meses, pero ella más sus muchachos es una cifra que se le escapa de la mente, eso sin contar el gasto en medicinas. “Yo sé que la salud es prioridad, pero… ¿Y la comida? Si hay hambre tampoco hay salud. Además, son tres muchachos, no uno solo, por eso todo ahorita son jornadas sin ellas sería imposible”.

Según la Oficina de Naciones Unidas para la Coordinación de Asuntos Humanitarios (OCHA, por sus siglas en inglés),ha habido al menos 1179 casos de desnutrición aguda infantil en Venezuela durante los meses de enero y febrero del 2022.

Aunado a esto la ONU comenta que: “El alto costo de los medicamentos e insumos nutricionales reduce la capacidad de respuesta de las organizaciones en el terreno, lo que limita el alcance del manejo comunitario de los casos de desnutrición aguda, algunos de los cuales terminan desviándose en la red pública de salud para su manejo y tratamiento”, destacó la ONU en el informe.

Madres que caminan por la salud

Otras como Suleima Carrillo no pudieron llegar al sitio de las jornadas cruzando un par de calles. Carrillo vive en las Parcelas del Socorro, al sur de la ciudad, aproximadamente a 10 kilómetros del centro de Valencia. 

Para llegar Carrillo se montó en tres autobuses y luego caminó tres cuadras hasta llegar al colegio en el que se realizan las jornadas, el Luis María Acuña. Así como Tellechea ella también tiene tres hijos, uno de 7, otro de 6 y el menor de 4. El primero lo tuvo a los 24 y ahora tiene 31 años.

Aunque en este país el promedio de hijos por mujer se redujo a lo largo de más de medio siglo, al pasar de 6 en 1960 a 2,23 en 2021, a los 19 años más de una quinta parte de las jóvenes venezolanas ya se han convertido en madres.

La ausencia de datos oficiales impide a organizaciones venezolanas conocer a profundidad la situación del embarazo adolescente en el país, pero de acuerdo con datos del Unfpa en 2020 se registraron 95 jóvenes gestantes por cada 1000 en Venezuela.

Carrillo se siente cansada, por eso espera paciente su turno en un alargado banco de colores bajo el sol. Sus tres niños corren y se mueven inquietos mientras la mujer intenta aquietarlos. “¡Ya, cálmense! Es que son terribles”, comenta con un dejo de vergüenza. 

Le parece una buena iniciativa que existan ONG como Cuento Contigo Siempre que decidan abrir espacios para brindar jornadas de salud gratuitas. En el caso de Carrillo, la razón que más la motivó a hacer tal traslado fue la consulta ginecológica.

Quiero hacerme una citología, pero estemos claros de una cosa. Tres consultas y la mía, cada una en $40 es jodido y me disculpas la palabra pero eso es para ricos, uno que es pobre o termina en centro público o en estas jornadas”.

 

Aumentó a 14% madres que tuvieron cuatro controles o menos y bajó a 24% quienes hicieron 9 controles y de quienes se atendieron en servicios públicos

Como costurera de profesión ve el dinero en su bolsillo como una aguja en un pajar. “A veces llegan pedidos y a veces nada”. Puede cobrar $5 o un poco más, todo dependerá de lo que pidan, pero no es mucho.

Carrillo vive muy cerca de un Centro de Diagnóstico Integral allá en las Parcelas del Socorro, pero cada vez que se acerca al lugar para buscar atención médica y alguna que otra medicina sale como entró, sin nada. “No es justo para ningún venezolano. El médico está pero no tiene los servicios, ni nada, porque es así, no hay nada”.

Que en los CDI no haya nada no es algo que le cause algún tipo de extrañeza a Johana García que es docente 1 y gana muy poco. “Para que te voy a decir mi salario si tu lo conoces bien. No alcanza para nada”. No le extraña porque es docente y sabe lo que se sufre en los planteles públicos, pero también porque ha ido a CDI y a hospitales públicos, por eso prefiere hacer el esfuerzo y llevar a sus hijos a uno privado.

Ahondando aún más en la Encovi sale a relucir que de los programas sociales elaborados por el gobierno y enfocados en el área de salud y la mujer solo 5,7% de los venezolanos se vio beneficiado durante 2021. De este compendio, la que mayor beneficio produjo fue la Misión José Gregorio Hernández con una cuota de 2,5% otras como Madres del Barrio, cuya misión es apoyar económicamente a las mamás ha beneficiado a 0,9% de la población.

Sobre la atención médica en la ciudad Carrillo opina que “Las consultas están bien costosas. Yo aproveché y traje todos mis exámenes y los de los niños. Porque son $60 que me ahorro, $20 por cada uno. Imagina todas estas madres hoy están muy contentas”.

Aunque hace 15 días pagó por sus dos hijos la suma de $40 le agrada tener segundas opiniones, por lo que acudió a la jornada luego que la jefa de calle le avisara.

Esto es un ahorro es cierto. Pero uno hace el sacrificio para pagar en el privado. Es el beneficio de mis hijos y se debe hacer con frecuencia”.

Si no fuera por el papá de sus dos muchachos, uno de 5 y el menor de un año, García no sabría cómo hubiese resuelto, pero luego se retracta. “Pues, mejor dicho, si, si hubiese sabido. Porque yo te voy a decir unas cosas. Aquí todos tenemos gastos y entre mi pareja y yo tratamos de resolver, pero… Por otra parte si siempre vivimos de queja en queja nos quedaremos enfrascados en esa situación. Hay que ver lo positivo incluso si estamos en el hueco, porque hay que echar para adelante. No todo depende del gobierno. Siempre hay que resolver. Yo decidí tener hijos y es mi responsabilidad. No se la puedo dar a otros”.

Madres antes de alcanzar la adultez

Por su parte, Adanelis Rivas apenas está iniciándose en el mundo de la maternidad. Tiene 17 años de edad y un bebe de un mes que alimenta con su teta descubierta sentada en un pupitre.

Ser mamá no es fácil. Es muy difícil. Por los momentos no es tan complejo porque le doy de comer a mi bebé, pero cuando tenga más edad vendrán las fórmulas y ahí se pone fea la cosa. Me da mucho miedo”.

En un recorrido por varios locales de la ciudad se concluyó que el precio de las fórmulas varía desde los $9 hasta los $25. Por lo que difícilmente las madres promedio que ganan un sueldo mínimo equivalente a $30 según el aumento de marzo podría costear no solo este gasto, si no todo lo vinculado a la salud.

Esta aún adolescente es ama de casa y vive con su pareja de 24 años que se dedica a reparar computadoras. Por los momentos, lo más complejo ha sido encontrar pañales y parir , eso también le dio miedo. A ella las consultas pediátricas y ginecológicas se la cobran a $30. “Oro mucho para que todo salga bien, por fortuna no me ha faltado nada”.

De acuerdo con la Organización No Gubernamental, Convite sobre métodos anticonceptivos se detectó una escasez de 82,8 %  en los métodos inyectables, la carencia de dispositivo intrauterino alcanzó el 81,3 %, mientras que las píldoras 39,4 %, y finalmente, 15 % en condones.

Tiene 11 años viviendo en Valencia, pero dio a luz en Tinaco, el estado Cojedes de donde proviene. Tuvo a su hijo en un hospital público y recuerda las condiciones. Las describe como “poco óptimas”. Especialmente, cuando le tocó vacunar a su bebé con la VSG. “No la tenían, me la estaban vendiendo en $20 y luego por un contacto me salió gratis. Cuando fui a que se la colocaran me regañaron porque me retrasé por unas semanas”

Por fortuna la vacuna le salió gratis, sin embargo el panorama se ensombrece puesto que para marzo de 2022 una familia venezolana necesita $455 para cubrir la canasta básica de alimentos, lo que supone un incremento de 61% con el año anterior. Lo que obliga a mujeres como Rivas a priorizar, pero a enfrentarse a la dificultad de cubrir gastos tan básicos como este. 

Acude a la jornada porque quiere un ahorro, pero principalmente porque su bebé tiene problemas respiratorios. “Se me tranca en las noches y eso me aterra. No quiero que le pase nada”.

Pero en el caso de Moraima Cárdenas, ya han pasado muchas cosas. Sale de uno de los salones con el rostro lleno de lágrimas, la razón, su hijo de 13 años ha sido diagnosticado con trastorno de bipolaridad. 

“Vine al operativo de ginecología y aproveché que los vieran, pero particularmente a mi hija porque viene con dolores de oído, supongo que es por tantos golpes que le da este. Él le pega demasiado en la cabeza y lo trata mal”. 

“Este” es su hijo de 13 años, que corre sin control e intenta con piedras tumbar mangos de un árbol, para luego patear una pared. “Quiero llevarlo a un médico ya no sé qué hacer”, dice otra vez rompiendo en llanto.

Cárdenas tiene 40 años y cuatro hijos, la mayor de 21 años, la que le sigue de 16, luego el de 13 y la más pequeña de 9. Compungida y como muchas otras madres en situaciones similares explica que la última directriz médica para su hijo fue realizarle un electrocardiograma. “Todas las veces que intentó recaudar el dinero, algo pasa y tengo que descompletar. Son $35 pero que difícil es lograr esa cifra”.

Por su parte, de acuerdo con una encuesta realizada por la Asociación Venezolana para una Educación Sexual Alternativa  24 % de las mujeres consultadas no tienen el dinero para adquirir métodos anticonceptivos.

Con la llegada de la pandemia, Cárdenas dejó de llevar a su hijo al médico, de quien comenzó a notar que era diferente prácticamente desde el día uno. “No me iba a salir así si el papá me caía a coñazos antes, durante y después del embarazo. Eso tuvo que haberlo afectado. Me agarraba por los pelos, me arrastraba por el suelo y me insultaba”.

Aunque ya no está con él, Cárdenas sigue culpando a su expareja de sus males. Ahora vive con su segunda pareja, porque los demás hijos son de otros hombres. 

Es la número 83 en la lista para hacerse la citología. El dinero se le escapa de las manos. Es miliciana y por eso no recibe casi nada de dinero. “Es algo voluntario y ya se acabó el convenio con los supermercados”, Ahora esta mujer comenzará pronto a trabajar como conserje de un edificio y en sus otras horas recolecta basura. “Por suerte tengo a alguien en un centro comercial que me llama y me da las pacas de cartón”. Comparte oficio con su marido, pero este ahora está de lleno en una chatarrera.

Por cada paca que recolecta puede ganarse de $13 a $20 y puede recolectar esas cantidades una o dos veces por semana, pero entre tanto gasto no logra cubrir las necesidades médicas de sus muchachos y principalmente las del de 13.

“Lo difícil de tener un hijo así es no saber qué pasa. Es muy agresivo. Hace poco intentó suicidarse. Iba caminando con él y amenazó con tirarse de un puente. Tuvieron que llegar los bomberos y ayudarme. Si no es eso, dice que nos va a matar a todos, a mi, a su abuela y a mis hermanos. Lo peor es que le tengo miedo a mi hijo, y yo lo que quiero es ayudarlo, pero sin respuestas solo puedo orar. Orar por él y porque me llegue dinero para poder tratarlo, porque eso que tiene suena a caro, a mucho dinero, muchos exámenes y yo no tengo ni a donde llevarlo, ni cómo pagarlo. Estoy aterrada”. 


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