Los devotos de la Virgen de Chiquinquirá llenaron los alrededores de la Basílica para recibirla. Las oraciones por las familias separadas por la diáspora y por mitigar el sufrimiento se elevaron en la eucaristía celebrada por el obispo de Punto Fijo, monseñor Carlos Cabezas.

Las calamidades que sufre el Zulia en vez de desanimar a los devotos de la Virgen de la Chiquinquirá los hicieron acudir a la ceremonia de la bajada de su nicho con más fervor para pedirle que mejore la situación que padecen.

La misa que comenzó alrededor de las 5:00 p. m. la celebró monseñor Carlos Cabezas, obispo de la diócesis de Punto Fijo, junto con el párroco de la Basílica, Nedwar Andrade, el arzobispo de Maracaibo, monseñor José Luis Azuaje, y buena representación del clero marabino.

La solemnidad de la ceremonia estuvo realzada por la participación de las Voces Blancas de los Niños Cantores del Zulia, que por primera vez cantaron en la Bajada de la Virgen.

Monseñor Cabezas destacó en su homilía el ejemplo de la vida de entrega, esperanza y sufrimientos de la Virgen María. “Hoy más que nunca que el pueblo sufre calamidades, la Chinita baja entre nosotros para acompañarnos, para sostenernos”, alentó.

El pueblo zuliano ha sido golpeado por el látigo de la injusticia, Santa María sabe muy bien lo que es el dolor y el sufrimiento, los padeció en carne propia, desde la misma profecía en la presentación en el templo cuando el profeta Simeón le dice que una espada traspasará su corazón. Le tocó migrar a Egipto, huir del miedo y de la violencia como millones de connacionales. En ese momento la feligresía rompió en aplausos.

Bajada Chinita 26 oct 2019
El obispo de Punto Fijo exhortó a vivir con esperanza como la Virgen María. Foto Mariela Nava.

Dijo que quería abrir un paréntesis y señaló: “Permítanme saludar desde aquí, desde este lugar de paz, este oasis de fe y de esperanza, a todos nuestros hermanos devotos de la Chinita que nos siguen desde cualquier rincón del planeta y que hoy físicamente no están aquí, pero están de corazón. Esperamos que regresen pronto a esta tierra de gracia. Estamos orando muy especialmente por ustedes e imploramos a la Chinita que los acompañe donde quiera que se encuentren”. Pidió aplausos para ellos y cerró el paréntesis.

También destacó como la Virgen sufrió al perder a su Hijo en el templo y al acompañarlo al calvario para verlo morir, como muchas madres que han tenido que acompañar a sus hijos a enterrarlos al cementerio.

Remató diciendo que María enseña que la esperanza que es la virtud de los caminantes. “Nos toca hacer camino al andar, pero sin desfallecer”.

Manto de la Chinita
El manto que luce en la bajada, ofrendado por María Isabel González y Nazem Noueihed. Foto: Mariela Nava.

La plazoleta y la calle adyacente estuvieron repletas de feligreses –incluso más que otros años–, quienes participaron con devoción de la misa. Al finalizar, el arzobispo José Luis Azuaje agradeció a monseñor Cabezas y a los asistentes, y recordó seguir pidiendo un milagro que lleve pronto a José Gregorio Hernández a los altares.

Mientras el grupo Los Chiquinquireños empezó a cantar gaitas, pedir vivas a la Chinita y rezar avemarías por diversas intenciones, muchos de los presentes lloraban. Un guardia nacional aceptó responder el porqué de sus lágrimas:

Quiero que Venezuela deje de sufrir y reencontrarme con mis hermanos que se tuvieron que ir y no me hablan porque soy guardia. Solo quiero que Ella nos traiga paz.

Al fondo seguían pidiendo vivas a la Virgen, seguían las avemarías, las gaitas, la alegría y las lágrimas.

Bajada de la Virgen
Al anochecer ya la Virgen se encontraba en medio de la feligresía. Foto: Mariela Nava

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