La cárcel y la cuarentena han desmembrado a dos familias aragüeñas

familias presos

Este 15 de mayo se celebra el Día de la Familia, en medio de una cuarentena social. En Venezuela, muchas familias tienen a uno de sus integrantes tras las rejas, lo que hace más doloroso el alejamiento. Dos madres aragüeñas nos cuentan cómo sus familias han sido separadas, inclusive mucho antes de que el virus llegara al país.

El confinamiento social ha obligado a las familias a estar más juntas que antes. A otras familias la llegada del COVID-19 las tomó separadas, aunque siempre encuentran un recurso para estar en contacto. Pero a otras, además del alejamiento colectivo, las separa la cárcel.

Gloria Calderón es madre de tres hijos. Uno de ellos, Luis Hernando Lugo Calderón, un primer teniente de la Aviación, permanece detenido en la cárcel de Ramo Verde, pese a que debió salir en libertad el 20 de noviembre de 2019, luego de cumplir cuatro años, nueve meses y diez días de prisión por estar señalado de participar en el llamado “Golpe Azul”.

Su madre no lo ha visto desde marzo cuando se decretó el estado de alarma por el COVID-19. Las visitas en los centros de reclusión del país quedaron suspendidas, al igual que la esperanza de Gloria Calderón, quien esperaba que su hijo fuera liberado tras dos juicios y a dos sentencias de prisión que ha cumplido en su totalidad.

Durante la segunda detención del oficial, a escasas horas de haber sido liberado, su madre también fue detenida y su abuela retenida en el apartamento por más de ocho sujetos armados y encapuchados.

 “Mi familia está desmembrada”, dice con voz tenue Gloria Calderón desde su confinamiento.

Y es que además del encarcelamiento de uno de sus hijos, los otros dos debieron salir del país, tras amenazas de detención solo por ser hermanos de Lugo Calderón. Gloria también ha sufrido la ida de su hermana, quien debió migrar.

Gloria Calderón y familia
Gloria Calderón tiene lejos a todos sus hijos. Foto Cortesía

“Me lo han dicho en la cara. En lo que ellos pisen el aeropuerto, quedan detenidos”, cuenta con indignación.

Su angustia crece cuando no encuentra los recursos y la manera de hacerle llegar a su hijo encarcelado, alimentos y artículos de aseo personal. Las restricciones de movilidad y la escasez de gasolina se lo impiden.

Desde el decreto de cuarentena, apenas en dos ocasiones ha logrado enviarle algunas cosas a Ramo Verde a través de algunos conocidos.

Solo queda medio tanque de gasolina –dice– y ese carro solo se moverá cuando tenga que ir a buscar a mi hijo a la cárcel.

Gloria no pierde la esperanza, aunque en días como estos, la embarga la angustia, la rabia, la impotencia y el dolor. Ya son cinco años que no ve a sus otros dos hijos.

Mientras tanto, sigue aferrada a su fe en Dios, a su anciana madre y a su actual esposo. Los únicos que quedan a su lado físicamente.

Mis hijos ven a su padre solo dos veces al año

“Un día como hoy mi vida dio un giro de 180 grados. Mi esposo, el teniente coronel Ruperto Sánchez se convirtió en un preso político. Hace seis años sentí que el mundo se caía a pedazos. Vi como mis dos hijos lloraban la ausencia de su papá, sin yo poder hacer nada para evitar ese dolor”.

Kerling Rodríguez de Sánchez ha recordado este 15 de mayo, Día de la Familia, posteando una fotografía de su esposo, quien está recluido en la cárcel de La Pica, en Maturín, estado Monagas, cumpliendo una sentencia de siete años y tres meses, por supuestamente haber participado en la llamada Operación Jericó.

Familia Sánchez Rodríguez

El día de la sentencia –cuenta– se ordenó su traslado de Ramo Verde a la cárcel de La Pica, a nueve largas horas de distancia de nuestro hogar en Maracay. Mis hijos pasaron de tener a su papá preso, a tener a su papá aún más lejos físicamente. También se nos castigó como familia.

Son dos los hijos del matrimonio, de 21 y 15 años. Ambos ya tienen dos años consecutivos viendo a su papá solo dos veces al año: en mayo, mes del cumpleaños del oficial y en diciembre. En este mes ya no podrán verlo.

Ya son cinco meses que su esposa tampoco ha podido visitarlo. La distancia se fue convirtiendo con los años en un duro obstáculo. Han faltado recursos para que Kerling viaje mensualmente como lo hacía al principio. “Muchas veces he decidido enviarle comida antes que ir a visitarlo, porque ya no puedo con las dos cosas”.

Kerling Rodríguez es odontóloga de profesión, pero no pudo seguir ejerciendo. Durante la detención del oficial, su consultorio fue allanado y le robaron todos los equipos médicos.

Ante el distanciamiento social obligatorio, ha apelado a personas que viven en Maturín para que le lleven algo de comida. Sin embargo, la escasez de gasolina también ha afectado a estos amigos solidarios.

Pero Dios no le falta a nadie –dice esperanzada– y han aparecido ángeles que ni siquiera conozco en persona, que me han ayudado y con quien he podido mandarle alimentos.

En estos seis años, los hijos han crecido y madurado. Tratan de comprender por qué su padre que siempre les hablaba de rectitud, honestidad, responsabilidad, excelencia, amor por Venezuela y de Dios, ahora hay que visitarlo en una cárcel.

Ruperto Sánchez fue acusado de instigación a la rebelión, pese a que “no hubo ni un video, ni audio, ni armas, ni dinero ni instigación a nadie como lo dijeron todos los testigos promovidos por Fiscalía”. Ya cumplió más de tres cuartos de la pena y le corresponde una medida cautelar.

Es una tragedia la que vivimos –dice Kerling Rodríguez– pero yo me repongo a diario, un día a la vez y le doy fuerzas y amor a mis hijos para que no crezcan con resentimientos ni odios. Todos los días rogamos a Dios, para que no perdamos la fe y por el milagro de la libertad.

Hijos Tcnel Ruperto Sánchez
Los hijos de Ruperto Sánchez crecieron con su padre encarcelado. Fotos Cortesía Kerling Rodríguez

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