El filme está disponible en Netflix. Es protagonizado por Edgar Ramírez, quien interpreta a uno de los diez espías cubanos detenidos en los noventa en Estados Unidos, infiltrados en grupos anticastristas.

Caracas. No hay bemoles. Edgar Ramírez protagoniza La red avispa, una película que ha estado en la mira no solo de la crítica cinematográfica, sino de aquellos a los que de distintas maneras les han afectado los vejámenes de la revolución cubana.

El actor venezolano vuelve a protagonizar una historia del director francés Oliver Assayas, con quien hace 10 años encarnó a Ilich Ramírez “el Chacal” en Carlos, por la que ganó el premio César como Mejor Actor Revelación.

Ahora interpreta a René González, un piloto cubano que escapa a Miami en los años noventa. Una trama basada en el caso de los 10 espías cubanos que fueron atrapados en Miami en 1998 y que habían infiltrado a grupos anticastristas.

La película es una promesa desde su elenco, con Penélope Cruz, Ana de Armas, Gael García Bernal y Wagner Moura. Pero se desinfla en su metraje, que se concentra más bien en presentar a estos espías como unos héroes intachables con la misión de evitar atentados en Cuba.

El hecho histórico es controversial, sin dudas, con distintas visiones, pero el cineasta francés hace de La red avispa un filme que claramente toma posición: subrayar la aparente abnegación de los espías, además de presentar al anticastrismo cubano en Miami como un grupo homogéneo que solo buscaba explotar hoteles en La Habana.

La red avispa
El elenco del filme tiene a figuras como Penélope Cruz y Gael García Bernal

Por eso, la película que se presentó el año pasado en el Festival de Venecia y ahora exhibe Netflix, no ha caído bien en el exilio en Florida, porque incluso en momentos fácilmente deleznables, el autor intenta calmar las aguas con justificaciones sin asidero.

Por ejemplo, La red avispa afirma que la organización Hermanos al Rescate solo usaba como una excusa la búsqueda de balseros para rescatarlos, pero que realmente la intención era violar el espacio aéreo de Cuba para lanzar panfletos en La Habana en contra del régimen. En una de esas, dos avionetas son derribabas por aviones militares cubanos, bajo las órdenes de un hombre que sin contemplación, pide disparar a las aeronaves civiles.

Es uno de los momentos de mayor tensión, en los que el espectador presume que habrá otra arista del conflicto, y aparecerá la llamada imparcialidad que pretende el director, aunque sea un ápice, pero no.

La red avispa contiene extractos de entrevistas a Fidel Castro y a otros burócratas, que justifican tanto el derribo como el espionaje en Estados Unidos. Y no se trata de tener la visión ingenua de que el espionaje y el contraespionaje no existen, con sus aciertos y desmanes en general, pero la forma en la que estos comentarios son usados en el filme, ubican al cineasta en una posición. No en vano, el periódico oficial de la revolución cubana, Granma, afirma que la obra posee una objetividad histórica. “Deja establecido quiénes son los agredidos y quiénes los agresores de una historia que remonta el medio siglo”.

Oliver Assayas escribió el guion basado en el libro Los últimos soldados de la Guerra Fría, del brasileño Fernando Morais, quien paradójicamente en 2011 dijo al diario El Mundo que no le interesaba escribir un “editorial de Granma”.

Ahora bien, esas son observaciones con respecto al tema central, el objeto que se busca desmenuzar en La red avispa, que también tiene fallas en un reparto proveniente de distintos países que intentan emular el acento cubano, pero que en no pocas oportunidades el gentilicio los sobrepasa, y genera una distorsión en el mensaje, al no terminar de convencer ni en su intento de contextualizar.

La red avispa
Ana de Armas coincide nuevamente con Edgar Ramírez. Habían trabajado juntos en Manos de piedra

El filme busca ser un thriller de espionaje, pero se pierde en su mensaje de reivindicación en el que todo es blanco y negro, sin concesiones a otras perspectivas que no sean la gesta heroica celebrada desde La Habana. No hay una especial atención a otros conflictos, especialmente los personales. De hecho, lo más cercano a una profundización de la intimidad familiar  es el resquemor en la relación entre el personaje de Edgar Ramírez y Penélope Cruz, pero incluso los diálogos entre ellos derivan de la arenga propagandística del revolucionario contra el “gusano”.

Hace dos semanas fue una de las películas más populares en Netflix. Claro, Edgar Ramírez de protagonista siempre será un atractivo en estas tierras, lástima que, en esta ocasión, termine sumido en una historia que claramente punzará en las heridas, no solo de quienes viven el exilio en Miami, sino de quienes ven en la isla la responsabilidad de tantos males en este lado del continente.

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