Familiares contaron que por día fallecían hasta dos recién nacidos a causa de sepsis por bacterias clínicas. Las autoridades instalaron una comisión para el control bacteriológico en el hospital de Maturín, el principal centro asistencial de Monagas.
Maturín. “Su familiar está en manos de un personal especializado. Entendemos su preocupación y angustia; mantenga la fe en Dios, la confianza en su médico y sobre todo mucha calma. Todo esto logrará un ambiente positivo alrededor del enfermo”, se lee en un cartel en la entrada de la Unidad de Cuidados Neonatales del Hospital Dr. Manuel Núñez Tovar de Maturín. Allí mismo muchos padres han llorado la muerte de sus hijos a causa de bacterias hospitalarias.
Tal es el caso de Pahola Alarcón, de 35 años de edad, quien logró alcanzar su sueño de ser madre, sin imaginar que una pesadilla tocaba a la puerta.
“Fue un embarazo deseado y planificado, llevaba mis controles al día porque soñaba tener un hijo”, cuenta.
Pahola es ingeniera en petróleo y hasta el octavo mes de embarazo atendía su trabajo porque la gestación se desarrollaba con éxito. Sin embargo, la hora de dar a luz se adelantó. Tenía una cesárea planificada para el viernes 20 de octubre en el hospital.
La pesadilla inició el 4 octubre a las 4:30 p. m. “Cuando me sacaron a la niña, de 52 cm y de 2,5 kg, escuché que lloró bajito, porque sus pulmones no se habían desarrollado por completo y por eso la pasaron a Neonatología”.
Describe que fueron 17 días de tormento. “Los médicos al revisar el historial me responsabilizaron por el cuadro clínico de la niña; ellos atribuyeron la bacteria a una infección urinaria que me controlé al mes seis del embarazo”, relata.
Ellos insistieron hasta el final en que yo era la responsable y aunque les decía que eso no era posible, porque había pasado mucho tiempo desde la infección, seguían insistiendo que era la culpable”.
A la niña le pusieron por nombre Elena Lucía. “Yo le alargué la vida a mi hija porque pude contar con el apoyo de muchos allegados en el hospital y familiares y amigos que ayudaron económicamente”.
¿Cuándo y dónde se contagian los neonatos?
Estas son las preguntas de las que no han obtenido respuestas ni Pahola ni otras madres que durante septiembre y octubre vieron partir a sus bebés en el hospital de Maturín.
En lo que sí están claros es que los niños llegan al mundo sanos, al menos así lo reflejan los análisis de sangre de Elena.
A los dos días de nacida le indicaron realizar un hemocultivo. Los resultados fueron positivos en cuanto a que la bebé estaba sana, sólo (tenía) su complicación respiratoria”.
Alarcón añade que las visitas en Neonatología podrían durar entre 15 minutos y una hora. “Nosotros le cantábamos, le describíamos cómo era el paisaje y la playa. Al oírnos apretaba nuestros dedos y se movía”, cuenta.
“Casi que a diario le cambiaban el tratamiento. Los médicos luchaban a ciegas porque no sabían contra qué se enfrentaban. Cuando mi hija murió, ese día fallecieron ocho criaturas más”, asegura.
Patógeno multirresistente
Los padres de Lucía repitieron el hemocultivo y resultado llegó el 20 de octubre: se trataba de la bacteria Klebsiella pneumoniae. Según la Revista de la Sociedad Venezolana de Microbiología, es un patógeno resistente a cierta gama de antibióticos y que se recibe en espacios hospitalarios.
Cuando llegó el resultado le dimos gracias a Dios por dos cosas: saber que no soy la culpable y que esta bacteria es clínica y, por tanto, la recibió en el hospital. En ese momento sentí un alivio en el alma”, recuerda.
Pahola confrontó a los médicos tratantes. “Ellos asumieron tal resultado y se inició un nuevo tratamiento, pero mi hija falleció al día siguiente, el sábado 21. Su piel era brillante y a la vez se tornó negra, no sabría cómo explicarlo. Sangraba por un derramen intestinal, los riñones y demás órganos estaban afectados por los antibióticos que le habían suministrado”, explica.
“Cuando me hicieron pasar, como al resto de los padres para darles la noticia, sabía que ya no había más nada que hacer. Me preguntaron si la quería cargar y no dudé en responder que sí; me la colocaron en los brazos y comenzaron a desconectarla. Ella murió en mi pecho y aunque tuve ese privilegio de unos segundos me volví como loca”, relata con pausa y la mirada en el suelo.
Hospital sin insumos
Alarcón es testigo de la falta de insumos: “Un día tuvimos que correr a buscar un termómetro porque a la bebé le había dado fiebre”.
Rechaza que a toda parturienta le pidan materiales para limpieza como cloro, vinagre y desinfectantes. “De nada sirve, porque las bacterias son multirresistentes y deben aplicar otro tipo químicos”, alega.
Pide a las autoridades atender el foco de contaminación.
“El gobernador, el director del hospital y de la Regional de Salud deben trabajar para evitar que los bebés sigan muriendo. Quiero que otros niños se salven porque ninguna madre llega a parir aquí para ver a su hijo morir”.
Andreína Aray, tía de un neonato fallecido por esta misma causa de contaminación, declaró a Qué Pasa en Venezuela, que no es posible que la Klebsiella pneumoniae sea transmitida de madre a hijo.
“Nosotros en cinco días vimos fallecer a más de 15 niños con derrame pulmonar por la bacteria. Los pocos que pudimos mandar hacer el cultivo descubrimos esto”.
Reconocen contaminación
El 6 de noviembre las autoridades reconocieron la contaminación y anunciaban la instalación de un comité para atender infecciones intrahospitalarias.
En un circular de prensa, la titular de la Regional de Salud, Yérika Alzolay, detallaba que el equipo estaría en Sala de Parto y Cuidado Neonatal.
“Se establecerán protocolos para minimizar las infecciones intrahospitalarias que se han venido presentando por años y que parecieran hacerse multirresistentes al arsenal de antibióticos con el que se cuenta”, explicó.
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