Los pescadores de la Península de Araya reciben el suministro de gasolina subsidiada una vez al mes. La falta de especies en zonas cercanas los ha obligado a buscar otras aguas para sortear la crisis.
Cumaná. La escasez de especies y la falta de gasolina han obligado a los pescadores de la península de Araya a desplazarse hasta la isla de Cubagua en Nueva Esparta, para sortear la crisis que cada día empobrece más el eje costero carente de servicios básicos y de atención gubernamental.
“Los pescadores reciben gasolina subsidiada una vez al mes, por eso es preferible ir a Cubagua porque incluso se compran de 800 a 900 litros de gasolina dolarizada para cuatro botes y en una calada sacan de 4000 a 5000 kilos de pescado”, detalló Heriberto Rodríguez, presidente de la Asociación de Pescadores de la Península de Araya.
Con ello justifican el viaje porque en Cubagua, por ser mar abierto, se consiguen especies como: cabaña, cojinoa, jurelete y carite.
En aguas sucrenses pueden tardar hasta 20 días en sacar 150 kilos de pescado, además, requieren planta eléctrica y madrugar a la faena entre la 1:00 y las 6:00 a. m.
La Península sigue muy desasistida y si no hay pesca, no hay dinero en los pueblos. A veces no sacan nada, ni para cubrir el gasto de gasolina dolarizada y mucho menos para repartir la caja de producto que hay que entregar a cambio de combustible”, dijo Rodríguez.
El dirigente señaló las limitaciones que han atravesado los pescadores desde hace tres meses con la extracción de especies como pulpo y sardina.
Se vieron muchas especies en sectores como Guaca, Guayacán y la Esmeralda, pero el Gobierno sigue negando las guías para garantizar el traslado del producto y las que otorga (lo hace) a criterio y beneficio de un sector”, aseveró.
Lamentó que las autoridades no atiendan los requerimientos de todos los pueblos pesqueros del estado Sucre.
“A la gente de Mérito, Tacarigua, Manicuare, Punta Colorada, Guamache, Caimancito y la Angoleta, la recuerdan solo en elecciones. Hace 15 días hicieron una marcha del oficialismo en Araya y trajeron autobuses de Transucre para trasladar una gente que normalmente no tiene una ambulancia para llevar un enfermo hasta Cumaná”, dijo.
Dos días con luz es novedad
Los habitantes de la península padecen las consecuencias de la emergencia humanitaria compleja y las limitaciones en el acceso a los servicios básicos, como el agua, son un martirio.
A estas carencias suman la falta de energía eléctrica, que impide la conservación de alimentos perecederos como el pescado.
A Juan Ramírez, habitante de la península, se le dañó el motor del refrigerador de su bodega y no lo ha podido reparar porque el arreglo sale en 80 dólares.
La nevera también se dañó y poco a poco pudimos ahorrar los 30 dólares para repararla, pero por los golpes de luz hemos perdido muchos aparatos”, comentó.
Cuando sucede alguna eventualidad eléctrica en el pueblo de Salazar, los vecinos deben hacer una colecta para trasladar a los trabajadores de Corpoelec que no tienen moto y mucho menos embarcación para movilizarse.
Si compramos comida, no podemos guardar en la nevera porque la luz se va en la noche y no viene sino hasta la noche siguiente, entonces hay que empezar a sancochar para no perder nada”, sostiene María Díaz.
Todos los días se quedan sin servicio eléctrico durante cuatro horas en la mañana o en la tarde y, en las peores jornadas, las fallas se repiten en la noche.
“Los que más sufren son los vecinos que tienen bodeguitas y corren riesgo de que se les dañe la charcutería”, añadió Díaz.
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