Pescadores de Catatumbo hacen sacrificios y ponen en riesgo su vida para mantener la herencia familiar

La falta de gasolina y la merma en la captura ha obligado a los pescadores del Sur del Lago de Maracaibo, en el municipio Catatumbo, a reinventarse. Con el uso de motores más pequeños llamados “paqui paqui” han logrado sortear la crisis, sin embargo, los sacrificios que hacen para mantener la herencia familiar ponen en riesgo su vida.

Maracaibo. Antes de que salga el sol en el municipio Catatumbo, al Sur del Lago de Maracaibo, comienza la faena de los pescadores de Puerto Concha. Desde que comenzó la pandemia por COVID-19 más de 500 embarcaciones cambiaron los motores fuera de borda por unos más pequeños llamados “paqui paqui” debido a que consumen menos gasolina, pero este cambio requiere sacrificios mayores.

Nemesio Araujo es pescador desde los 10 años de edad. Hoy, con 55 años, sigue sintiendo orgullo de la herencia que le dejaron sus padres: las aguas del lago y un oficio que ha mantenido a su familia por tres generaciones. Actualmente, trabaja como marinero ayudante en la embarcación de un amigo. Sale junto con dos pescadores más a las 2:00 a. m. para arrancharse a la boca del Catatumbo por cuatro o cinco días para lograr pescar al menos 80 kilos de cangrejo azul.

El pescador relató que con los motores fuera de borda usados hasta el 2019, necesitaban 80 litros o más de gasolina para pescar en un día, pero el suministro de combustible en el Sur del Lago fue escaseando hasta que la única estación de servicio de Puerto Concha dejó de abastecerles al inicio de la pandemia. Para poder trabajar se han visto obligados a comprar en el mercado negro a 1,70 dólares el litro de gasolina, de ahí que decidieran adquirir nuevos motores.

Los paqui paqui son motores sencillos, más pequeños y de bajo consumo de combustible. El tanque carga apenas cuatro litros de gasolina, así que con 25 litros pueden cubrir una jornada, pero la dificultad es que la navegación es más lenta y tardan hasta cuatro horas de Puerto Concha a las zonas de pesca en la boca del Catatumbo, a una distancia de 10 kilómetros.

Es un sacrificio y un peligro porque el motor vibra mucho con el viento y las tormentas. Cada vez es más peligroso salir a pescar con esos motorcitos, porque además no podemos remontar los marullos”, dijo.

Una vez en el lago, los hombres que se disponen a pescar con anzuelo usan como carnada cabezas de pollo que compran a $1,60 el kilo ―durante un día de pesca pueden usar hasta 20 kilos― duermen y comen dentro de los botes, mientras intentan protegerse de las tormentas y la plaga con una sábana.

“Nos quedamos allá porque así ahorramos gasolina y tiempo. Con esos motores no nos da chance de ir y volver como antes, no se hace tanto dinero pescando para pagar la gasolina”, confesó el pescador a Crónica.Uno.

Los días que pasan en el agua los pescadores se arman con una cocina artesanal y una bombona de gas para poder cocinar. “Nos llevamos arroz, mortadela, queso y si cae algún pescado, también nos lo comemos para aguantar la pela en el lago”, dijo Araujo.

Los paqui paqui son motores chinos, pero llegan desde Colombia y son vendidos en el Sur del Lago en 600 dólares cada uno. La mayoría de los pescadores con embarcaciones propias han vendido sus motores fuera de borda para adquirir estos más pequeños, que además pasan desapercibido para los piratas del lago.

La pesca dejó de ser rentable

Para poder arrancharse en el lago, los pescadores deben pagar un transporte. Una embarcación con un motor “preparado” que busca a diario la pesca y cobra 5 kilos de cangrejo por viaje. “Así se paga la ruta”, contó Nemesio.

Para 2019, los pescadores de la parroquia Urribarrí del municipio Colón podían pescar a diario un aproximado de 100 kilos, pero las lluvias, la contaminación del lago y la falta de combustible fueron mermando su producción hasta llegar a 40 kilos a lo sumo.

A veces no se agarra nada, ahorita está la vaina apretada. Lo que agarramos son 20 o 25 kilos al día y eso no nos alcanza para pagar el transporte. Los que más están pescando, sacan 40 kilos de cangreja”, afirmó.

Esta semana Araujo estuvo tres días durmiendo en el lago y su pesca total fue de 80 kilos, pero el transporte fue tres veces a buscar mercancía para evitar su descomposición, reduciendo su producción a 65 kilos, un aproximado de 195 dólares de ganancia.

“De ahí hay que sacar el dinero de la carnada que son como 35 dólares, más la gasolina que son 45 dólares más, al final lo que me pagan a mí son 30 dólares a la semana, el resto le queda al dueño de la embarcación”, dijo. El kilo de cangrejo se comercializa a tres dólares.

Nemesio Araujo a duras penas logra resolver el alimento para su familia, cuatro hijos, dos nietos y su esposa. “A veces comemos completo, pero las semanas malas tenemos que bandearnos, y es difícil, sobre todo por los niños. Los pescadores estamos pasando vaina y nadie hace nada para ayudarnos, al contrario, cada vez nos cierran más las posibilidades”, manifestó el hombre.

Una historia a punto de acabarse

José Morales es pescador desde que nació, sus padres nacieron en palafitos, al igual que sus abuelos. Su vida se ha dividido entre la pesca artesanal y el turismo, aprovechan la cercanía con el fenómeno natural conocido mundialmente como el Relámpago del Catatumbo. La familia Morales tiene un total de ocho embarcaciones, de las cuales dos estaban destinadas solo al turismo, pero desde marzo de 2020 todos los botes pescan.

El turismo está parado, porque aquí ya no viene nadie ya a ver el fenómeno del rayo. Eso es otra cosa que se ha venido abajo. Me duele mucho ver cómo se ha devenido mi pueblo. Antes conocían a Venezuela por el Congo Mirador, ahora es una desidia, esto está muy fuerte. Antes era más bonito, la pasábamos muy bien, pero ya no”, comentó el hombre.

Morales afirma que desde hace dos semanas la pesca está mala. “Nos ha ido bastante mal porque no hay cangrejo ahorita, está lloviendo mucho y todo eso afecta. Cuando hay uno se sustenta con algo, pero ahorita no está buena la cosa. El agua está muy revuelta”.

En Catatumbo se ha incrementado la cantidad de pescadores y ha mermado la mano de obra. José explicó que en Puerto Concha todos los que tenían sus embarcaciones paralizadas por falta de combustible compraron paqui paqui y salieron de nuevo a pescar.

“La mayoría de esa gente trabajaba antes como mano de obra, marineros, pero al tener sus propios motores salen por su cuenta y no hay mucha mano de obra. Ahorita cualquiera es pescador, hasta los obreros de las fincas porque con todo y todo, la pesca da más”, dijo.

Actualmente, unas 1500 personas se dedican a la pesca artesanal en Catatumbo, sin embargo, para José “la pesca dejó de ser millonaria, la dolarización de todo nos tiene al borde de la quiebra, parece que estuviéramos en Dubái, porque se mueve plata, pero así como agarramos también se va”.

Explicó que por la temporada hubo un alza de cangrejo azul, pero ya comenzó a mermar. Sin embargo, en las aguas del Catatumbo también hay quienes pescan manamana, bocachico, corvina, marianas, pero de esas especies tampoco hay muchas. “Es una lotería si al día lográis 50 kilos, a veces volvemos con 10 kilos de pescado cuando mucho”.

Aunque para los pescadores de Puerto Concha los paqui paqui son su salvación, fueron tajantes: “Lo que medio nos ha salvado un poco son esos motorcitos, pero ahorita hay mucha agua mala por las lluvias, entonces uno logra pescar un poquito y te come la realidad: la gasolina cara, la comida cara, todo es caro y es difícil. Estamos pasando roncha, el pescador nunca tiene desquite, la mayoría del tiempo quedamos debiendo”.


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