Cierre de vías, la obligatoriedad del salvoconducto, improvisación en las rutas del transporte urbano, prohibición de la actividad comercial, aislamiento de algunas parroquias, parte de eso fue el plato fuerte en la capital este lunes 6 de julio, cuando amaneció el país con 6062 casos positivos de COVID-19.

Caracas. En 24 horas se registraron 419 casos de COVID-19 en Venezuela. De esos, 332 son de transmisión comunitaria. Debido a los contagios, el gobierno de Nicolás Maduro aplica la cuarentena radical en los barrios de Caracas y sacará a partir de esta semana a las brigadas de control comunitario integradas por los líderes del PSUV. Se retoman los cierres de comercios, prohibiciones viales y el aislamiento parroquial y municipal, para evitar la propagación del virus.

A pesar del tiempo ya en cuarentena, el anuncio de Maduro sorprendió a los habitantes de las barriadas caraqueñas, donde la mayoría es trabajador independiente, sale a diario a buscar el sustento y se moviliza para conseguir agua y gas. El caos vehicular y la angustia también regresaron este lunes 6 de julio.

A nadie le llega un combo de carne y medicinas a la casa. Uno tiene que salir a diario a buscar comida, dijo con un aire de cansancio Omaira Pérez, habitante de Catia. No es nada nuevo esto, ese es el pan nuestro de cada día de los que vivimos en los barrios, completó cuando se le consultó este lunes vía telefónica sobre la situación en su comunidad ubicada en Altavista, Catia, parroquia Sucre, donde los casos positivos de COVID-19 llegan casi a los 40. 

Toda Catia fue cerrada. Las calles Colombia, Argentina y México, el bulevar, los alrededores del mercado, parte de la avenida El Cuartel, las salidas de la autopista y de la carretera vieja Caracas-La Guaria no tenían paso.

Instalaron retenes o alcabalas en todos lados y había muchos ciudadanos que caminaban de un lado a otro, haciendo colas en los comercios que lograron permanecer abiertos a las 11:00 a. m.

Pero la gente quedó como desarticulada porque no logró moverse con facilidad. Además, no hubo suficiente transporte. Los que estaban rodando, lo hacían por rutas hasta el punto de control, informó Ángel Cacique, habitante de Altavista.

A las 11:30 a.m. los policías del grupo FAES, que circulaban en motos, ordenaron cerrar todo. El que no era de la parroquia no pudo pasar. Eso afectó a algunos comerciantes residenciados en otros municipios que, ni mostrando cartas de trabajo, lograron pasar el cerco policial.

Controles por doquier 

En la parroquia La Vega, uno de los sitios donde hay más casos de coronavirus en el Distrito Capital, muy temprano había poca gente en las calles. Les pedían una carta del Clap que los autorizaba como jefe de familia para salir a comprar comida y en la redoma de La India, la policía que aplica la cuarentena radical en Caracas puso barreras para impedir tanto entrada como salida.

La única forma de pasar era mostrar el salvoconducto entregado por la Zodi. Para tramitar ese documento se pide constancia del resultado negativo de la COVID-19, certificado que no se le ha entregado a nadie, según comentó un vecino de la zona.

Caricuao, Antímano, El Paraíso, El Valle, El Junquito y Coche no vivieron la mañana de este lunes una situación diferente. De Caricuao hacia el centro, quienes lograron moverse en carro particular tardaron más de dos horas buscando los llamados “caminos verdes”.

En Coche hubo muchas calles desoladas, solo por la avenida Intercomunal se veía a la gente caminando para llegar a El Valle, en vista de que no dejaban pasar el transporte público.

Mientras que en el centro comercial San Martín, donde la mayoría de los locales son de salud, la PNB pasó a mitad de mañana y pretendió cerrarlos. Informaban que únicamente el sector alimentos podía trabajar. Sin embargo, en este centro comercial hay consultorios de rehabilitación, hacen terapias para el dolor a pacientes con lesiones y consultas médicas; aún así les dicen que no están priorizados.

En La Candelaria y la avenida Fuerzas Armadas se vio el flujo habitual de gente y sin control.  

Camión murciélago en Petare 

Hacia el este de la ciudad, en Petare, el despliegue de los camiones tipo murciélago de la GNB, apostados en la entrada de Palo Verde, le dio otra connotación a la restricción vehicular.

La gente se sintió presa en el barrio. Les revisaban todo para poder pasar por los únicos sitios disponibles para los peatones y les pedían el salvoconducto.

Muy temprano en la mañana hubo denuncias de que en los puntos de control rompieron algunos permisos, pues al parecer eran falsos. De esta situación no hubo registro. Solo los comentarios de los residentes.

Aplica cuarentena radical en los barrio de Caracas

Contaron los vecinos que no los dejaban pasar ni mostrando el carnet laboral. Tampoco podía transitar el transporte público.

Las camionetas de las rutas que suben a los barrios se ubicaron cerca de la estación de los bomberos que está en La Urbina. Pero les era difícil circular por las colas que se armaron en las barreras de contención.

Muchas personas se quedaron varadas y no pudieron ir a sus lugares de trabajo. De Petare no pudieron ir a Guarenas y viceversa.

En El Hatillo y Baruta, las principales avenidas y autopistas presentaron reducción vehicular y no estuvo permitido el cruce de un municipio a otro. Esa medida fue decretada en marzo, tras el inicio de la pandemia, pero había sido levantada con la llamada “flexibilización 7×7”.

Sobre Baruta, el exconcejal y director del Observatorio Vecinal, Omar Villalba, indicó que cuando se anunció que la cadena de contagio se había incrementado en cifras importantes, procede a implementarse de manera estricta el cumplimiento del decreto de emergencia y restricción del paso entre municipios, principalmente por las vías alternas, autopistas y avenidas como el bulevar El Cafetal.

Solo pueden circular las personas que tengan salvoconducto y que trabajen en salud, sector alimentos o seguridad y las que vivan en esa zona.

Eso ha creado molestia y angustia en la población, pues los gobiernos no han sabido manejar la educación ciudadana. Muchas de las medidas son para restringir y hacer grandes colas como para que la gente diga que no va a salir porque está trancado, pero al final el desvío de los carros se hace por las vías alternas entre comunidades y municipios, dijo Villalba.

Y agregó: “Pero aquí la gente tiene que salir y rebuscarse el día a día, por tanto, es muy difícil que los residentes del municipio guarden en 100 % el aislamiento. Nos corresponde dar el mensaje de concienciación. Sin embargo, en un país con economía inflacionaria y donde la gente sale a buscar agua y gas es imposible obligar a quedarse en casa”. En Baruta esa cifra ronda 30 %, de acuerdo con el último sondeo realizado por el Observatorio Vecinal.

Transporte regulado

Claudio Farías, viceministro de Transporte y Comunicación, en llamada televisiva al canal del Estado dijo que del transporte solo debe funcionar el urbano, para garantizar que las personas dentro de la ciudad puedan movilizarse. Sostuvo a su vez que “no tiene ningún sentido” que la gente se movilice de una ciudad a otra, por ejemplo, Valles del Tuy-Caracas, Los Teques-Caracas, Guarenas-Caracas. “Esas rutas están suspendidas. Si alguien tiene que salir, debe hacerlo en su entidad”.

Farías señaló que funcionarios del INTT y de Fontur estarán desplegados en los puntos de control para que no circulen los autobuses de una ciudad a otra. Pero, lo que se presenció este lunes es que las unidades tampoco pueden ir de un barrio a otro, de una parroquia a otra. Por ejemplo, de El Junquito no hay paso en ciertos tramos. Las busetas llegan hasta el punto policial, la gente se baja, camina o hace el trasbordo en otra, lo que implica pagar más pasaje.

Un paso pa’lante y dos pa’trás

Las medidas que aplica el Gobierno, sostienen algunos, se ejecutan “como vaya viviendo vamos viendo”. El 1° de junio se implementó un plan de flexibilización, cuando se tenían 1663 enfermos con coronavirus y la tendencia que, incluso mostraba el Ejecutivo en sus cuadros diarios de reportes, anunciaban un crecimiento de la curva en promedio entre 100 y 200 casos diarios.

Pues bien, esa semana, cuando se efectuó el plan 7×7 y se dejó que las peluquerías, talleres mecánicos, ferreterías y hasta los centros comerciales abrieran sus puertas, más gente salió de sus casas.

Y en un mes exacto es decir, para el 1° de julio se registraron 4399 contagios, para llevar la cifra a 6062 en todo el país. Cabe destacar que durante los primeros meses de la pandemia, de acuerdo con el registro oficial, solo hubo 440 casos.

Es importante mencionar también que no todos esos enfermos son los que arrojaron las dos primeras semanas de la flexibilización, pues el período de incubación es de 14 días y luego las pruebas rápidas que se aplicaron presentaron un retardo de dos semanas. Esto se trae a colación porque después del relajamiento de la cuarentena,

Pero igual se trae al momento, pues es un punto importante del relajamiento de la cuarentena que, probablemente, ya esté arrojando los resultados negativos y que se ven más detalladamente si se pone como ejemplo la semana epidemiológica número 17, la que va del 29 de junio al 5 de julio, período en el que se notificaron 1639 casos positivos, siendo los comunitarios los que llevan la batuta: 1293.

El Dato

Del 13 de marzo al 31 de mayo se contabilizaron 1510 casos positivos a la COVID-19. Solo estaban trabajando los sectores prioritarios, se mantenía el control en las vías, el distanciamiento social en el transporte público y en el Metro de Caracas.

Ahora, este 6 de julio, el país va a una cuarentena radical, que en un principio fue voluntaria. Ya no hay luz verde para circular ni para abrir los negocios. El perífoneo que hace la GNB señala que solo sectores priorizados alimentos y salud pueden circular.

Nicolás Maduro, en su más reciente cadena, casi hizo énfasis en que es responsabilidad de la ciudadanía evitar la propagación del virus. En medio de esta pandemia, corre por cuenta propia cuidarse y proveerse de alimentos y medicinas.

La segunda semana de mayo la Academia de Ciencias Físicas, Matemáticas y Naturales dijo que las pruebas eran insuficientes para calcular adecuadamente el tamaño de la epidemia, y estimó –usando un modelo matemático– un modelo del comportamiento del pico de la curva entre junio y septiembre de 2020, que sería de 1000 casos diarios.

Eso les costó que el segundo a bordo del partido de gobierno, Diosdado Cabello, amanezara a los investigadores con enviarles a las FAES, órgano represor que la misma alta comisionada, Michell Bachelet, pidió disolver en septiembre pasado.

Este 5 de julio se notificó el día con más casos, 419. Y según el doctor Alejandro Rísquez, pediatra y epidemiólogo, quien también presentó en marzo un panorama probabilístico, al parecer desde el Gobierno no han sido efectivos en la contención social, ni en las medidas de salud pública.

“La gente sale a la calle porque necesita buscar su sustento y necesidades básicas insatisfechas. Las medidas son coercitivas, sancionatorias y no se usa la motivación positiva, la educación para la salud que proteja y ayude a la ciudadanía. Los migrantes son estigmatizados y no se presta o brinda asistencia  a sus demandas justas, sin contar que no usan las pruebas correctas. Las PCR están restringidas y no se hace el seguimiento de los casos y los aislamiento no son cómodos ni proveen lo básico para el buen vivir”.

Consideró que la solidaridad y la cohesión con los más necesitados es prioritario y que hay que proveer de los servicios de agua, electricidad, gas y alimentos a precios asequibles para todos.

Sostuvo que el comportamiento de la curva epidemiológica es difícil de predecir. Sin embargo, estimó que el peligro es inminente y el riesgo ha aumentado intensamente durante las dos últimas semanas. Hay una fase de ascenso rápido.

El Zulia ya entró en crisis y emergencia sanitaria asistencial, mientras el resto del país y en particular Caracas está en grave acecho.

Para el investigador, la transmisión comunitaria y por la que, de nuevo, se va a una cuarentena radical es una situación generalizada que amerita pruebas diagnósticas, seguimiento de casos y contactos, aislamiento, protección al personal de salud. Este último un sector donde la incidencia es muy alta por no contar con los equipos de protección personal, tapabocas, barreras faciales, gorros, jabón, gel alcoholado e insumos para la higiene de los hospitales.

Y recomendó el distanciamiento social, evitar las aglomeraciones, el contacto con los vulnerables y los portadores de enfermedades y condiciones crónicas debilitantes y, por supuesto, el lavado de manos.

Foto: Luis Morillo

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