El documental sobre Carlos Cruz-Diez finalmente se estrenó en la cartelera nacional. Un nieto del artista y un físico venezolano comentan la película

Caracas. Fue en una visita a Tokio donde surgió la idea de Free Color. El cineasta Alberto Arvelo y la productora Gabriela Camejo pensaron en esas calles en la necesidad de hacer que la obra y vida de Carlos Cruz-Diez también trascendiera desde el cine.

Ambos, que también son esposos, viajaron a reunirse con el maestro en su taller en Panamá. En ese lugar coincidieron en contar la vida y obra del creador, pero también en que era pertinente alejarse de esas concepciones de la película biográfica, con los elementos que suelen esperarse de este tipo de trabajos sobre un personaje.

Si la vida de Carlos Cruz-Diez fue de grandes retos, meritorio era que un largometraje sobre él fuera más allá de lo esperado. “Hacía falta entonces un hilo conductor. Beto (Alberto Arvelo) decía que no tenía sentido una película biográfica, sino contar algo más. Ese algo lo había visto en las reuniones familiares, pero el público no lo conocía. Hubo muchas reuniones en Panamá hasta que consiguieron este experimento que el abuelo quería realizar, esa cromosaturación en el espacio”, cuenta Gabriel Cruz, uno de los productores de la película y nieto del artista plástico.

Free Color
La película es un paseo por una vida que busca concretar cada idea

El documental Free Color detalla el ímpetu de ese proyecto que tuvo Carlos Cruz-Diez poco antes de fallecer. Era la culminación de su discurso, ese que comenzó hace más de 70 años en su diálogo con el color, en su afán y pasión por entenderlo, exponerlo, comprenderlo y desentrañarlo con incansable fervor.

La película muestra cómo quiso separar el color de todo soporte físico y de luz, que se liberara de toda forma que lo contenga, una autonomía que comienza como utopía, y que empieza a ser punto de discusión en un diálogo entre artista y ciencia.

Carlos Cruz-Diez acude a un grupo de físicos del Instituto Tecnológico de California, quienes escuchan al creador, comprenden su planteamiento y tratan de hacer realidad ese sueño.

“En la familia bromeamos y decimos que es como si el abuelo hubiese nacido en 2020, con el conocimiento pleno de cómo iba a ser su obra y su vida. Es tan coherente todo lo que hizo en su vida”, acota Gabo Cruz, quien también preside la Cruz-Diez Foundation.

Si bien Free Color exhibe este anhelo, tenuemente va mostrando al artista: su niñez, sus aficiones y su vida familiar. La película enfatiza en ese taller flamenco en el que estuvo involucrada su familia, en el que cada integrante forma parte de un equipo vital para llevar a cabo las ideas del maestro. Vemos además vestigios de otras pasiones del artista, como su relación con la guitarra, mientras su esposa Mirtha Delgado canta “Si me pudieras querer”; ella, la gran aliada de esa obra que es familia y creadores a la vez, hogar taller, en el que no había escapatoria para poder vivir sin arte. Pinturas, esculturas, música, fotografías. Y más, mucho más en la cotidianidad de una familia que se volvía cada vez más numerosa, sin horarios para ser artistas, porque eso es tan solo un epíteto para referirse de manera simple a una existencia.

Free Color
La familia del artista tiene una fundación que tiene como objetico afianzar la vida y obra del creador

Free Color muestra lo que siempre buscó: liberar el color de la forma. Quería acabar con esa idea de que el color tenía que estar supeditado, como una anécdota de la forma. Hizo un gran cambio en la historia del arte que nos tardará mucho tiempo comprender”, agrega el nieto.

Gabriel Cruz viajó a Caracas para el estreno del documental, disponible en la cartelera nacional desde el 21 de abril. Es enfático cuando habla del legado de su abuelo, y de los mundos que abrió con su obra.

“Hay una toma de conciencia en el espectador cuando le enseñan a ver. Sucede en la música cuando te percatas de que una melodía del oboe es respondida por un violín. Cuando tomas conciencia de lo que ocurre, se abre un universo gigantesco. A nosotros nos enseñaron a ver desde muy jóvenes. Por eso entendemos esas sutilezas que propone Cruz-Diez”.

Recuerda las visitas a los talleres de personas entusiastas por las obras del artista. “Es interesante cuando les mostrabas que en una obra no hay ese amarillo o rosado que se percibe, que no existe en soporte. Por ejemplo, cuando uno recorre el piso de Maiquetía, hay quienes reconocen en esa obra rosados, amarillos o turquesas. Pero cuando le dices al espectador que solo tiene naranja, verde, azul y negro, las caras se maravillan. Esos colores que también ven, no están, pero los genera el espectador. El color se hace y deshace en tiempos y espacios reales”.

A partir de esa idea, en esos colores que intentan desde poéticamente escaparse, surge todo el punto clave de Free Color. Si bien la empresa se encuentra con el muro de la realidad, y la película detalla que el sueño no es posible por los momentos, la película dirigida por Alberto Arvelo es más que una exhibición de un proyecto: es más bien una lección de vida, de una pasión por la existencia, por las ideas y por la familia. Adiós al concepto del artista atormentado y solitario, que se nutre de los dramas y el caos. En pantalla se ve a Carlos Cruz-Diez inspirado por la dicha de la amistad y el parentesco.

Free Color
Su obra en el Aeropuerto Internacional de Maiquetía Simón Bolívar se ha convertido en una referencia de la Venezuela actual

“El abuelo tenía dos frases que toda la familia repite. Una es que ‘las ideas solas intoxican’ y la otra es ‘desconfía de quien no ríe’. Nosotros en la familia entendimos lo que él quería decir. De nada sirve estar lleno de ideas, si no puedes materializarlas. Nosotros hemos tenido un pensamiento volcado a la producción de ideas y conceptos. Por eso el taller fue exitoso. Estaba el maestro concibiendo y nosotros como los artesanos que hacíamos que se transformaran en obras. En la familia estamos llamados a ejecutar esos pensamientos para que no nos intoxiquen”.

Rememora una reunión con los científicos del Instituto Tecnológico de California poco después de la muerte en 2019 de Carlos Cruz-Diez. “Fue como un cierre del proyecto en el que comentaron qué les había parecido la película. Nos dieron las condolencias. Hubo un gesto al decir que se quedaban comprometidos con realizar el proyecto cuando la tecnología lo permita”.

Recientemente, una de las obras del artista formó parte del pabellón de Francia en la Exposición Universal de Dubái, que culminó en marzo. “Invitaron al abuelo como artista francés. Me pareció bonito que Francia reconozca a nuestro ícono venezolano como ícono francés. Por la Cromosaturación pasaron 340.000 personas. Estamos hablando de una feria que fue donde se presentó la torre Eiffel, en la que los países muestran lo mejor que tienen”.

Una vez Free Color termine su paso por la cartelera, la idea es llevar el documental a alguna plataforma de streaming. Y ahí no queda todo. Para 2023 ya están en desarrollo los preparativos para celebrar el centenario de Carlos Cruz-Diez.

Free Color
El largometraje se suma a la lista de obras del cineasta sobre referencias trascendentes de la venezolanidad

“Hay una cosa que he querido recalcar: la importancia de ir al cine a ver esta película. Es el lugar ideal para disfrutarla. Se trata de apreciar la música, la fotografía poética, las transiciones. Es una obra de arte. Además, es importante que empecemos a consumir lo que es fundamental en el país. Hablamos de una película sobre un venezolano que es realizada por cineastas, guionistas, fotógrafos y músicos venezolanos. Es muy bonito que sea un éxito en el país porque nos pertenece a todos los venezolanos”.

El guion es de Leonardo Henríquez y la fotografía de John Márquez. La música estuvo a cargo de Gustavo Dudamel, Nascuy Linares, Devendra Banhart, Sebastián Arvelo y Álvaro Paiva Bimbo. En Venezuela se pudo ver en 2020 por poco tiempo vía streaming durante el Festival de Cine Francés

Desde la física

Martin Vollmann es un astrofísico venezolano en la Universidad de Tubinga, en Alemania. Allá pudo ver Free Color.

“Se ve que es gente muy seria. No soy cineasta ni experto en fotografía, pero sí he visto mucho cine. En mi humilde opinión, me parece que está bien hecha. La estructura es muy buena, todo su arte. Como el tema es el color, se nota que quien la hizo aprovechó los recursos fotográficos. Me gustó el hecho de incorporar a la familia, que es bastante numerosa. Fue muy bonito. Me impresiona que todos hablan venezolano perfecto. Imagino que hay nietos que nacieron en Francia. Es como si yo hablara alemán perfecto porque mi papá es alemán, pero ese no es el caso. (Ríe)”.

Free Color
Martin Vollmann se graduó en la USB. Hasta 2021 formó parte de la Universidad de Hamburgo

Con respecto al objetivo que se propuso el artista, comenta: “Creo que es mejor olvidarse de hacer una aurora boreal artificial. Hay que abandonar esa idea de los rayos cósmicos, que son el ingrediente principal de las auroras junto con los campos magnéticos. Eso no es posible. La idea más realista es un holograma, luz infrarroja, alguna sustancia fluorescente”.

Explica que, si se hace la ingeniería suficiente para producir los hologramas, podría ser factible. “Posiblemente se pueda lograr en unos cinco años, y no dentro de 50”, agrega el físico de astropartículas.

“La aurora boreal requiere campos magnéticos. Pero la función del campo magnético es secundaria. Los elementos más importantes son los rayos cósmicos. Hacerlo así al aire libre es imposible. El resto es la atmósfera, que en los dos polos es la misma que en el trópico. Solo cambia la densidad, pero las partículas son las mismas. El fenómeno que ocurre es que esas partículas muy energéticas, que el sol en sus tormentas expulsa, tienen una trayectoria complicada. Ahí es donde entran los campos magnéticos, que la redirigen hacia los polos. Por eso solo se pueden ver ahí”, detalla.

Martin Vollmann espera que pueda llegarse al objetivo: “Es la culminación de su discurso. Sería muy bonito, claro que sí”.

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