No se detienen intentos del PSUV de borrar la memoria colonial de Caracas

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El proceso revolucionario ha ido poco a poco quitando los símbolos y referentes históricos de la ciudad: retiraron el Escudo de Armas, incluso del salón de sesiones del Concejo Municipal, y lo sustituyeron por una estrella roja, por las fotos de Eliécer Otaiza y Robert Serra; la estatua del León, ubicada en la autopista Valle-Coche fue cambiada por la efigie de la india Apacuana, originaria de Los Valles del Tuy y que no representa el sentir caraqueño.

Caracas. La capital de Venezuela, el asiento de los poderes públicos, la ciudad que nació a los pies del monumental Ávila, la cuna del Libertador, la ciudad de los techos rojos, Caracas la malquerida. La lista de los epítetos es larga. A Caracas se le nombra y renombra, pero todo ha sido para alimentar el referente popular y cotidiano.

Distinto es cuando se pretende cambiar a sombrerazos la historia de la ciudad, bajo los lineamientos partidistas, ideológicos y hasta personales de quienes gobiernan una ciudad.

No es nuevo que se quiera transformar y modificar la simbología histórica de la capital. Ha sido una constante del gobierno socialista —primero con el fallecido Hugo Chávez, y ahora con el mandato de Nicolás Maduro— que los alcaldes oficialistas pretendan modificar la identidad del municipio Libertador.

Jorge Rodríguez en 2013, en el marco de la conmemoración de los 446 años de la creación de la ciudad de Caracas, anunció que el himno de la capital sería cambiado y que abriría un concurso público para elegir la canción ganadora. El himno, llamado también Marcha a Caracas, fue compuesto por Tiero Pezzuti de Matteis y la letra es de José Enrique “Chelique” Sarabia.

En julio de 2015, pretendieron cambiar el escudo. Quitar el León y poner los ojos y la boina del desaparecido presidente Hugo Chávez.

Y ahora, la alcaldesa Érika Farías saca a relucir la palabra transformación. Este 19 de abril en el marco de un cabildo abierto a propósito de los 209 años de la declaración de independencia de Venezuela, propuso cambiar los símbolos patrios de la ciudad, para lo cual anunció la conformación de una comisión que hará el análisis.

Según la burgomaestre, Maduro convocó al pueblo a asumir el Plan de la Patria 2019-2025, el cual establece la soberanía e independencia del país a través de la construcción y la producción soberana de la patria. Para el profesor Hernán Matute Brouzés, el plan de la alcaldesa vulnera la tradición histórica, lesiona el patrimonio cultural y busca idelogizar la mirada de los ciudadanos con respecto a la urbe:

Eso desfigura y descontextualiza el imaginario popular, la membresía heráldica y el sentido de identidad, pertenencia y de arraigo citadino-urbanístico; lesiona la institucionalidad referencial, los íconos sentimentales, los afectos relacionales de la ciudad y el espíritu de identidad interna y externa de nuestra metrópolis. Por otro lado, se buscar partidizar, ideologizar y personalizar la mirada que tenemos de nuestra urbe de manera no técnica sino cuartelaria, inconsulta e innoble, desdibujando símbolos de gobernanza y de gobernabilidad que seguro trastocarán y patearán con su ineptitud la visión republicana, civil y democrática de nuestros símbolos actuales.

Lo cierto del caso es que el proceso revolucionario ha ido poco a poco quitando los símbolos y referentes históricos de la ciudad: retiraron el Escudo de Armas, incluso del salón de sesiones del Concejo Municipal, y lo sustituyeron por una estrella roja, por las fotos de Eliécer Otaiza y Robert Serra; la estatua del León, ubicada en la autopista Valle-Coche, fue cambiada por la efigie de la india Apacuana, originaria de Los Valles del Tuy y que no representa el sentir caraqueño.

El exconcejal Jesús Armas reconoce que no es la primera vez que esto sucede: Logramos frenar esa ordenanza a Jorge Rodríguez cuando estábamos en la Cámara Municipal. Ellos insisten en borrar los valores burgueses, y puede que sean burgueses, pero son parte de la historia caraqueña. No hay nada más venezolano que el Libertador y su familia, su abuelo diseñó el escudo. Es una falta de respeto al acervo histórico de la ciudad querer transformar la narrativa histórica con una visión radical y marxista. Por eso debemos movilizarnos en las próximas horas, o permitir que esto suceda.

Kadary Rondón, integrante del bloque de exconcejalas que harán contraloría a la gestión de Farías, dijo que lo que buscan es desconocer la importancia y la influencia que nos dejó la colonización: Somos lo que nos dejaron los indígenas y los españoles. El comunismo busca imponer lo que le conviene. Ya la alcaldesa solicitó la comisión y al parecer va a participar un historiador. Lo que se planea es tenerlo listo para la semana aniversario de Caracas, en julio próximo, por eso hay que alzar la voz ciudadana.

La revolución arrasadora

El pasado 2 de octubre, la alcaldesa Erika Farías forzosamente jubiló a Guillermo Durand González, el cronista de la ciudad y custodio del Archivo Histórico de Caracas, el cual contiene documentos que datan de 1573 —apenas seis años después de la fundación de la ciudad—, entre ellos, 570 actas de cabildo.

Durand, licenciado en Historia de la UCV y Magíster en Historia de las Américas por la UCAB, se encargó de los anales de la ciudad, de investigar, divulgar y reseñar hechos inéditos.

Su cargo no es de libre remoción. Se creó por decreto en 1945. El cronista suele permanecer ahí de por vida, siendo uno de los pocos puestos vitalicios en la actualidad venezolana.

Ahora, tras la jubilación forzosa, ve lo que pasa con la ciudad desde la frontera del Archivo Histórico, y el hecho de que no esté ahí y que la Cámara Municipal esté conformada por 13 ediles oficialistas, ¿podría significar que nadie detendrá los intentos de la transformación?

El profesor Ángel Cacique, también líder comunitario del oeste capitalino, piensa más bien que los jerarcas del régimen de Maduro —a los cuales les corresponde gerenciar a una urbe tan compleja y llena de problemas— solo se van por las ramas y atienden lo “urgente”, según sus limitados criterios, pero olvidan lo importante. No subsidian los preescolares y les dan una supervisión pobre, las tarifas urbanas del transporte se discuten a nivel de Presidencia o Vicepresidencia; vialidad, asfaltado, iluminación son atendidos por actividades centrales antes financiadas por Pdvsa y hasta servicios básicos (acueductos locales, atención y potabilización de pozos en el caso del agua) también pasaron a ser administrados por el Ejecutivo.

“Ya ni siquiera tienen el control de los llenaderos y los camiones; tampoco de servicios como electricidad, internet, comunicación, y mantienen el control de los mercados populares”, sostuvo Cacique.

Asimismo, expresó que en materia de seguridad la Policía de Caracas tiene cada vez menos presupuesto, equipamiento y capacidad real, al igual que los bomberos del Distrito Capital; hasta con la recolección de los desechos sólidos está compartida la competencia con el Ministerio de Ecosocialismo y Ambiente.

En consecuencia, teniendo el municipio con el mayor presupuesto del país se dedican a organizar saraos y fiestas. Dedican 95 % de su tiempo a cosas no tan prioritarias. Claro que deben adecuar los símbolos, modificar y actualizar las ordenanzas, pero siempre deben actuar estableciendo una agenda de prioridades que, en el caso de Caracas, evidentemente no son otras que las que fija la alcaldesa Erika Farías. Pareciera que el objetivo es vaciar de competencias a las alcaldías, desarrollar en los ciudadanos la conciencia de la inoperancia de estas instituciones centenarias en Venezuela y luego sustituirlas por el Estado Comunal, analizó el docente.

Al respecto, Guillermo Durand sentenció que no tienen elementos ni razones históricas como justificar ese “desaguisado”. A su vez, sostuvo que sin importar cuánto intenten saturar la ciudad con estatuas, monumentos, placas y decretos alusivos a figuras y nombres de la llamada Caracas Insurgente, la indeferencia de los caraqueños se impondrá a estos mensajes ideológicos:

Podrán, desde la arrogancia y la arbitrariedad del poder, aludir a supuestas deidades indígenas emanadas de mitos desconocidos; a entidades mágicoreligiosas vinculadas a cortes de negros cimarrones lideradas por figuras irredentas que nunca existieron; así como también, referirse a ‘hechos memorables’ atribuidos imaginariamente a pardos y pardas, como les place decir. Sin embargo, nuestros referentes históricos seguirán siendo los símbolos tradicionales que han fraguado, moldeado y acrisolado la identidad de la ciudad en estos cuatro y medio siglos de compleja, pero a la vez, inolvidable historia que ha estado bajo la fiera y atenta mirada del León Rampante de su Escudo de Armas.


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