Planta de tratamiento de la UCAB Guayana contribuye al cuidado de las aguas del Caronì

Planta de tratamiento de la UCAB Guayana contribuye al cuidado de las aguas en Caronì

La UCAB Guayana cuenta con una planta de tratamiento de aguas residuales que, además de involucrar a estudiantes en el proceso de su funcionamiento, contribuye a restar el impacto ambiental por contaminación de las aguas del río Caroní.

Puerto Ordaz. La Universidad de Indonesia (Universitas Indonesia) publicó recientemente su UI GreenMetric World University Ranking 2023. Allí, la Universidad Católica Andrés Bello (UCAB) en Guayana figura como la segunda universidad más ecoamigable del país. Y es que esta casa de estudios se propone tener contribuciones para el cuidado del ambiente desde sus instalaciones.

Parte de ello es su planta de tratamiento de aguas residuales. No es una planta de tratamiento municipal. Es de uso exclusivo para la UCAB y el Colegio Loyola.

“La ciudad sí tuvo una planta de tratamiento de envergadura, justo entre los clubes Portugués y el Ítalo. Esa planta se llama la planta de Los Olivos. Manejaba unos 700 litros por segundo que eso no es del todo grande, pero es importante y manejaba muchos procesos. Incluso, manejaba hasta los procesos de biodigestión. Estamos hablando de una planta completa que estaba manejada por Edelca”, recuerda Antonio Seijas, profesor de las cátedras de Ecología, Ambiente y Sustentabilidad, Ciencias Ambientales, Ingeniería Sanitaria y Laboratorios.

A partir de 2011, esa planta de tratamiento dejó de funcionar. Para entonces, hubo denuncias de la exalcaldesa Pastora Medina, como representante del Movimiento Ecológico de Venezuela. Sin embargo, actualmente sigue sin funcionamiento y desmantelada.

Nuestras aguas, por lo menos de todo lo que es el sector de Puerto Ordaz, caen directamente al río Caroní y más específicamente al embalse de Macagua. Entonces, las plantas de tratamiento en una ciudad deben ser responsabilidad de los entes del Estado, a través de una política pública en la que se debe conservar la calidad de las aguas”, señaló la profesora Florencia Cordero, directora de Sustentabilidad de la UCAB Guayana.

Planta tratamiento ucab
Desde 2011, aproximadamente, Ciudad Guayana no cuenta con una planta de tratamiento de aguas residuales. Foto Jhoalys Siverio
Responsabilidad socioambiental

Cordero considera que la importancia de esta planta de tratamiento para la ciudad radica en la responsabilidad socioambiental que tiene la universidad.

“Somos responsables ambientalmente con nuestras aguas. En este caso, nuestras aguas servidas que van al río Caroní”.

En el caso de la UCAB Guayana, su planta de tratamiento se aprovecha en la Escuela de Ingeniería, en la que existe una cátedra destinada al diseño de plantas de tratamiento de agua residual.

Allí ponen en práctica lo que aprenden desde las aulas. Los estudiantes se involucran con el proceso de operación de la planta, tomando muestras detalladas que se llevan a un laboratorio con el que también cuenta la universidad, en el que analizan muestras de agua potable y de aguas residuales.

Uno diría, ‘bueno pero para qué vas a tomar muestras si tú sabes de antemano que eso está contaminado porque, lógico, ahí llega agua residual’. Sí, pero yo necesito saber en qué dimensión está la contaminación y ver qué está haciendo la planta (…) porque el efluente yo lo tengo que entregar en una norma con los valores ante el Ministerio del Ambiente”, expuso Seijas.

Aula verde

Parte del trabajo con los estudiantes es calcular las bacterias que se generan, tanto malas como buenas, es decir, aquellas que garantizan oxígeno y que permiten procesar la materia orgánica que llega al laboratorio. En otras palabras, lo que se llama demanda bioquímica de oxígeno, que es la cantidad de materia orgánica que viene producto del desagüe.

“Esto es una herramienta fundamental para evitar impactos ambientales a raíz de la alta presencia de compuestos orgánicos que no deben ir al agua. Si bien el agua es capaz de autodepurarse, mientras eso pasa, el sistema se eutrifica, que quiere decir que se llega a tener un manto de algas. Eso se llama macrófitas, pueden ser macrófitas, pueden ser algas microscópicas, puede llamarse plantón con tales niveles de densidad que hace que la luz no penetre en el cuerpo de agua ni tampoco el aire penetra en el cuerpo de agua. Por lo tanto, todo lo que queda abajo muere, queda anóxico”, agregó Seijas.

Además de integrar a los estudiantes en cátedras, como laboratorio, dentro de su proceso de formación, también cuentan con un proyecto en desarrollo, relacionado con dar a conocer esta planta. Se trata del proyecto Aula Verde.

Lo que busca es, a través de una visita guiada, poder llevar a diferentes audiencias, estudiantes universitarios, personal universitario, personal de otras universidades, entes del Estado, la sociedad civil organizada, hacia diferentes lugares que tiene la universidad y que son emblema o son ícono de lo que ha sido nuestro proceso de demostrar la protección del ambiente”, destacó Cordero.

A pesar de que no es una planta municipal, la directora de sustentabilidad de la UCAB Guayana destaca: “Somos responsables ambientalmente con nuestras aguas. En este caso, nuestras aguas servidas que van al río Caroní”. Foto Jhoalys Siverio
Desarrollo sostenible

“Nosotros por convicción y por compromiso, desde el año de cuando se comenzó a idear la universidad, hemos pensado que tenemos que desarrollar iniciativas que contribuyan con el desarrollo sostenible. En la medida en que una universidad o una casa de estudios desarrolle acciones en pro del desarrollo sostenible, eso va a permear también en los estudiantes, en los futuros profesionales que se están formando”, resaltó Cordero.

En ese sentido, insiste en que el tema ambiental no puede verse como algo aislado, ya que tiene una connotación desde el punto de vista social, económico, ético, cultural y desde el punto de vista político, pues se requiere de gobernanza en el contexto de respeto a los derechos humanos y la democracia para ser factible el desarrollo sostenible.

¿Cómo funciona?

El profesor Antonio Seijas explicó a Crónica.Uno, durante un recorrido por la planta de tratamiento, el proceso de su funcionamiento.

Al entrar hay dos llaves, una grande para que el agua no entre a la planta; y otra pequeña que es un derivador. Seguidamente hay un desbastador. “Ahí se recogen piezas grandes, bolsas, etc., para que no vayan al reactor principal”.

Luego está el medidor de caudal. El de esta planta es de 3 litros por segundo, 260.000 litros al día.

El sedimentador primario se utiliza también como desarenador. Esto porque las arenas que vienen en los cauchos, y otros elementos, deterioran la planta.

Luego viene otra llave que es para cerrar el reactor biológico. La parte más importante de la planta es este reactor biológico. Ahí es donde realmente se da el proceso. Y esta es una planta que tiene una denominación específica, que se denomina una planta de lodos activados”, explicó.

Este tipo de planta se caracteriza por tener una piscina, un reactor de aireación. Esto propicia que las bacterias estén a buen disponer para que actúen sobre la materia orgánica.

Al final se ubica un sedimentador secundario, en el que se forman unos lodos.

“Y esos lodos, yo los recirculo (….) En aquel codo verde llega el sistema de lodos activados. Entonces la gente se pregunta ¿y qué es eso de lodos activados? Bueno, estoy reactivando otra vez. El lodo es la cantidad de bacterias que ya se murieron. O sea, que ya hicieron su trabajo”, agregó.

Otra parte importante de la planta de tratamiento de aguas residuales es un recipiente que tiene hipoclorito sódico, el cual se utiliza para la desinfección.

“Yo necesito unas bacterias que no son buenas, que allá no se eliminan de paso porque aquí lo que se hace es que se biodegrada la materia orgánica, pero hay unas bacterias que son patógenas y las tenemos nosotros en el tracto intestinal, que hay que eliminar con el cloro, para que estén en una norma, porque esto va a ser vertido al río, destacó.


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