Trabajar la minería: una opción de sustento y un riesgo de muerte en Guayana

Tuits La víctima número 13 del derrumbe en una mina de El Callao fue un policía de Delta Amacuro. Estaba de vacaciones y aprovechó esos días libres para trabajar en la minería y tener unos mejores ingresos económicos. Además de la violencia minera, los mineros del sur de Bolívar se exponen a condiciones de trabajo no aptas. Entre 2019 y 2020 hubo cuatro derrumbes de minas en El Callao. Recientemente 13 personas murieron tras un alud

La víctima número 13 del derrumbe en una mina de El Callao fue un policía de Delta Amacuro. Williams Alexis Gil Guilarte estaba de vacaciones y aprovechó esos días libres para trabajar la minería y tener unos mejores ingresos económicos. 

Puerto Ordaz. Los pueblos del sur de Bolívar destacan porque su principal fuente de trabajo es la minería artesanal. Son poblaciones mineras y en eso se basa su sustento económico. Sin embargo, el auge que tuvo a raíz de la crisis generalizada en Venezuela conllevó a una migración pendular hacia estas zonas y ejercer en la mina sin las mejores condiciones para ello.

El pasado 30 de mayo se registró un derrumbe en la mina La Talavera, en el sector El Perú de El Callao, al sur de Bolívar. Fue una consecuencia de las fuertes lluvias de ese día. Sin embargo, también se ha advertido de los efectos ambientales con mayores consecuencias a raíz de las deforestaciones por trabajar la minería de manera indiscriminada.

Si bien trabajar la minería es una opción de sustento para los venezolanos que viajan a estas zonas y para los mismos pobladores, significa también un riesgo de muerte. Fue el caso de las 13 víctimas del derrumbe de dicha galería aurífera.

El martes 6 de junio, el alcalde de El Callao, Coromoto Lugo, confirmó que la cifra de fallecidos se elevó a 13. Este último cuerpo que encontraron fue el de Williams Alexis Gil Guilarte, de 21 años. Y es precisamente uno de los ejemplos de cómo los venezolanos ven en la minería una forma de un mejor ingreso económico a costa de ponerse en riesgo.

Gil Guilarte era policía activo en el Centro de Coordinación Policial Estadal Delta Amacuro, adscrito a la Estación Policial Municipal Casacoima.

Un compañero de trabajo comentó que Gil estaba de vacaciones y aprovechó esos días para buscar en las minas lo que su trabajo como policía no le garantizaba: un buen ingreso económico.

Un trabajo temporal

“Eso lo hice mucho cuando vivía en Bolívar. Me iba con mi esposo. Ambos de mineros. Yo no cocinaba ni vendía helados, radios para comunicarse, interiores ni nada de eso como también hacen otras personas. Pasábamos un tiempo en la mina. Nosotros lo hicimos en la mina Isidora. Regresábamos a Puerto Ordaz unos días y volvíamos. Así reuní para pagarle una operación a mi mamá y su tratamiento”. Ese fue el testimonio de Ángela (nombre ficticio), una ingeniero geólogo que hoy está fuera del país.

Desde que se graduó, Ángela sólo una vez trabajó ejerciendo su profesión por un año, ya que era por contrato. Luego no tuvo más oportunidades. Su esposo es uno de los trabajadores de las empresas básicas con ficha desactivada y que apenas recibía un sueldo base sin otros beneficios.

Los hermanos Henrickson y Enrique Rojas Malavé, de 23 y 30 años, respectivamente, fueron dos más de las 13 víctimas fatales del derrumbe en la mina Talavera.

Ambos eran oriundos del estado Monagas. Vivían en La Toscana, municipio Piar, a unos 20 minutos de Maturín. Llevaban alrededor de dos años viajando frecuentemente a El Callao para trabajar la minería, hasta ese 30 de mayo cuando quedaron atrapados por el alud.

En total fueron 124 sobrevivientes. Unos rescatados por Protección Civil, Bomberos Municipales y otros mineros que lograron salir antes. Estos relataron que la única manera de salvar sus vidas fue abandonar el saco en el que cargaban su oro. El peso y volumen les impedía salir a tiempo o pasar por las delgadas paredes de la galería aurífera. Los que no tomaron esa decisión rápidamente pasaron a formar parte de la lista de fallecidos que enlutó al pueblo de El Callao.

Otros accidentes

En El Callao son varias las muertes por derrumbes en las minas registradas en los últimos años. En 2020 hubo al menos tres casos.

El 2 de febrero de 2020 hubo un derrumbe de aproximadamente 50 metros de profundidad, y que comprometió la galería de 200 metros de profundidad de la mina Isidora. En ese hecho se hallaron tres cadáveres.

El 2 de mayo de ese mismo año, ocho mineros, incluida una mujer, murieron tapiados en la mina Productores del Sur, en el sector Nacupay de El Callao. Las víctimas trabajaban la minería a una profundidad de nueve metros cuando se precipitó un alud de tierra.

En julio de 2020, el derrumbe ocurrió en el sector minero Remington y hubo siete personas fallecidas, incluyendo tres mujeres.

El 13 de octubre de 2019, Protección Civil El Callao rescató a 107 mineros que quedaron incomunicados por varias horas, luego de un derrumbe en la mina Isidora. De ellos, siete presentaron hipotermia y lesiones leves. Los mineros ingresaron de manera ilegal a esta galería. De hecho, es un área restringida de la otrora Minerven, pero está ocupada por grupos irregulares.

En el caso de la mina La Talavera, en la que ocurrió el más reciente derrumbe, según el secretario de Seguridad Ciudadana en Bolívar, Edgar Colina Reyes, estaba clausurada. Sin embargo, para los mineros era de frecuente tránsito.

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