Yndira Ortega, licenciada en Ciencias Fiscales, creó el club de kikimbol de San Rafael de Anare que cosecha más que triunfos deportivos: es un medio para que niñas y adolescentes se proyecten como mujeres de bien.

La Guaira. San Rafael de Anare tiene tres ensenadas marinas que pueden pasar inadvertidas para los temporadistas que bajan al Litoral Central. Sin embargo, es una cantera deportiva en el mar y tierra firme.

Sus habitantes sienten orgullo de sus deportistas: los del equipo de tenis mesa, los de la academia de surf, los del beisbol y softbol, sin olvidar a las consentidas del club de kikimbol.

Los éxitos de este último deporte (creado en 1917 en Estados Unidos) han emocionado a padres y representantes así como a cientos de anareños y gente de Naiguatá, Los Caracas, Punta Care, Camurí Grande, Caraballeda, Maiquetía y La Guaira.

Hay consenso entre los aficionados de que los méritos deportivos de las muchachas resaltan tanto como sus virtudes ciudadanas.

Yndira Ortega es la manager del elenco de kikimbol, del cual forman parte 70 jugadoras de nueve categorías.

Esta licenciada en Ciencias Fiscales, de la Escuela Nacional de Hacienda Pública, centró sus esfuerzos desde el año 2012 en su pasión por este deporte y su deseo de ayudar en la formación humana de las niñas y jóvenes de su comunidad.

Lo mío es algo extraño, una aduanera en el deporte. En el Seniat, me invitaron a jugar kikimbol, disciplina que había practicado en la universidad. Ahí me di cuenta de que este juego, totalmente femenino, lo podía llevar a mi pueblo de Anare”, explicó.

Previamente había colaborado con otras iniciativas, pero el kikimbol encantó a pequeñas y grandes. “Fue un exitazo, aunque no era tan formal como ahora”, recordó. 

La vida te cambia cuando trabajas con gente joven, porque aprendes a ser más sencilla, más humilde y a estar constantemente alegre, a divertirte mucho con lo que haces”.

kikimbol
Yndira Ortega enseña valores y disfruta a través del deporte.

Antes de la pandemia la actividad deportiva decayó un poco, pero dos años atrás comenzaron una nueva etapa en la que tienen desde semillitas hasta máster (casi 40 años de edad).

El estadio de béisbol Héctor Medina, de Anare, es el sitio de encuentro con las muchachas para correr las bases tras patear los balones.

Son unas niñas con metas altas para el futuro y que ven en este deporte una posibilidad de crecer como seres humanos y mujeres de bien”, dijo Yndira.

Bien en la cancha y en la vida

Consciente de que detrás de cada patada a la pelota hay un legado de humanidad, Yndira Ortega encabeza cada práctica con la referencia de una virtud humana. Además, reitera a sus dirigidas la importancia de la solidaridad, la disciplina y el trabajo en equipo.

Eso nos hará diferentes y con el compromiso no solo de ganar en el campo, sino de ser mejores ciudadanas y mejores mujeres”, añadió.

Explicó que la mejora de las muchachas se observa en su conducta, porque han aprendido a acatar la disciplina del juego y de la convivencia entre ellas. Yndira les da charlas sobre valores y virtudes humanas que las ayudan a madurar según su edad.

Con la colaboración de padres y familiares, estas jugadoras han extendido su prestigio hacia otros escenarios regionales, como el polideportivo La Juanita, en Caraballeda; el estadio Héctor Brito, de Naiguatá, y las canchas de la Aduana Aérea y Mare Abajo, en Maiquetía.

Los diamantes de la cantera

“Tengo jugadoras que superan las capacidades deportivas y lo hacen muy bien. Todas las niñas estudian primaria y secundaria; una está en la universidad y otras de la categoría adulta son profesionales”, comentó Ortega.

En la categoría infantil (11-12 años), destacan Enmar Rodríguez (short stop), Danna Sánchez (pitcher), Raidelyn Díaz (primera base) y Endrismar Rodríguez (short field); en prejuvenil (15-16 años) figuran Camila Guacarán (center field y pitcher), Marcelis Castillo (short field), Alejandra Machado, Nazareth Alzuru y Elianna Pérez (primera base).

En 2022, Guacarán y Castillo representaron a La Guaira en el campeonato nacional junior (13-14 años) de kikimbol. En la edición de este año lo harán como prejuveniles.

En el equipo adulto (19-20 años), despuntan Calfelis Alzuru y Joana Guacarán, quien estudia Ingeniería Marítima en la Universidad Marítima del Caribe, en Catia La Mar.

En junior, sobresale Marialy Perozo, al tiempo que en preinfantil muestran gran nivel Virgimar Pelequia (tercera base), Adriana Gutiérrez (short field) y Danielis Cardona (segunda base).

Entretanto, en la categoría semillita (7-8 años) brillan Eliana Rada y Jonaidelin Gómez (primera base), quien también está en el equipo de tenis de mesa de Anare.

La presidenta de la asociación de kikimbol le asignó a Ortega ser manager del equipo infantil para acompañarlas a los nacionales.

Lo necesario

Aunque el entusiasmo es grande y se han logrado muchas metas deportivas y de desarrollo personal, familiar y hasta espiritual, los recursos con los que cuentan son muy escasos.

Trabajamos con las uñas. Hacen falta pelotas y bases. También necesitan uniformes y zapatos adecuados”, contó Yndira Ortega.

Las condiciones económicas de Anare no permiten a las deportistas adquirir el equipamiento necesario para las prácticas; sin embargo, no pierden la esperanza en que algún ente público o privado les pueda dar una mano a los equipos de kikimbol de San Rafael de Anare. Se puede hacer contacto con ellas a través de este enlace.

 

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