En Netflix se puede ver la película que responde a varias de las preguntas sobre el astrólogo puertorriqueño. Conmovedor filme sobre una de las figuras de la cultura pop latinoamericana

Caracas. La cultura pop latinoamericana tiene personajes dignos de ser conocidos más a fondo. Trayectorias que vale la pena desentrañar, ahondar en los detalles de vidas que han enaltecido gentilicios, alegrado hogares e inspirado en distintos temas.

Sin dudas, Walter Mercado es una de ellas. Una figura con la que crecieron varias generaciones que vieron cómo el enigmático astrólogo formaba parte de sus hogares diariamente a través de la televisión, esa caja mágica que durante años ha acompañado durante mañanas, tardes y noches la crianza de tantos; esa pantalla de sueños, verdades, mentiras o fantasías.

El documental Mucho, mucho amor: La leyenda de Walter Mercado reencuentra al público con una persona que se alejó de las cámaras misteriosamente. En esta obra, que es más que un homenaje, se responde a preguntas sobre la vida del también como actor y bailarín. Porque sí, el filme además va mucho más allá de la imagen del astrólogo que se veía en pantalla.

La trama se remonta a esos años de juventud, en una isla de Puerto Rico en la que él se reconocía como diferente, fuera de lo común, destinado a un futuro en el mundo del espectáculo, claro, pero consciente de una trascendencia anclada en el mensaje que quiso subrayar.

Walter Mercado
El documental cuenta una vida de película como una buena película

Dirigido por Cristina Costantini y Kareem Tabsch, el documental se ubica en los años recientes de Walter Mercado, quien falleció en noviembre de 2019, para hacer una retrospectiva de su vida. Los autores entran al hogar de la estrella de televisión, afectado por las dolencias propias de la edad, pero con el ímpetu de quien quiere dar más y sabe que no puede. A su edad, cercano a los 90, dio muestra de una lucidez atrapada en las trampas del cuerpo; una mente que aprovecha la oportunidad para también despedirse.

Poco a poco, la película lleva al reencuentro con quien fue una de las estrellas de la cadena estadounidense Univisión. Entrará a una casa puertorriqueña repleta de recuerdos, de objetos que reafirman una historia en la que la puesta en escena era importante y así llamar la atención para ser escuchado. De lo contrario, tan solo sería uno más.

Pero hay un contraste en el documental, que no contradice la esencia de su objetivo. Podría decirse que la parafernalia de la televisión era un objetivo primordial, pero tan solo era el marco de una fotografía que tenía otros propósitos. Los realizadores muestran a un personaje que sabe muy bien lo que se espera de él, pero luce genuino en sus declaraciones, en la certeza de una carrera de 50 años en la que se propuso dar un discurso de esperanza. Con sutileza, explica cómo cautivar a sus seguidores, el histrionismo aprendido en juventud para remarcar certezas.

Como personaje es conmovedor y maravilloso. Los directores logran que haya una conexión con las historias de Walter Mercado, su manera de ver la vida, y ese sincretismo religioso que lo caracterizó al momento de entablar un discurso que buscaba también ser más tangible en lo que respecta a la cotidianidad de sus espectadores. Como dice uno de los entrevistados, que asegura no creer en la astrología, pero sí en Walter y su palabra. El profeta de la televisión.

A su alrededor, hay toda clase de personajes que lo entienden, apoyan y ayudan en un momento de la vida en el que los años no perdonan. Además, como buena trama, se va develando una contraparte que genera toda clase de antipatía por el daño causado al héroe con capa.

Ese es otro de los aciertos del documental, contar una vida de película como una película, con sus giros y sus villanos, con un clímax que así como es feliz, paulatinamente es triste en su devenir.

Es cierto que una revisión posterior a la vida de Walter Mercado genera otras preguntas que ni se asoman en el documental, como su relación con la modelo Mariette Detotto. En el homenaje, hay poco espacio para las sombras. O quizá no hubo otras más allá de los guiños a ciertas contradicciones propias de quien formó parte del mundo del espectáculo, y por consiguiente, acciones de quien tuvo que responder de diversas maneras a las exigencia de un público expectante de su mensaje, que también se convirtió en un negocio.

El filme también se puede interpretar como la despedida del astrólogo

Sin embargo, hay temas que eran inevitables, como su sexualidad, nada extraño para él, acostumbrado a quienes buscaban indagar desde hace décadas en un tópico del que nunca dio certezas. Los realizadores hacen las preguntas que van surgiendo a medida que se conocen detalles, pero Walter Mercado, tal vez como todo adivino, parecía saber siempre lo que venía en cada interrogante.

Conmovedoras las escenas con Lin-Manuel Miranda, quien logra cumplir su deseo de conocer a Walter Mercado. En el encuentro, el compositor, dramaturgo, actor y productor consagrado en Broadway no repara en demostrar su cariño y admiración por la figura con la que creció.

A pesar de los años alejado de la pantalla, los directores sorprenden al mostrar cómo Walter Mercado ha permeado en jóvenes, que lo ven como alguien familiar, de la casa, que ha estado ahí, como si la admiración y la fascinación estuvieran en su genética. Claro, también están quienes lo enaltecen por el valor que ha impulsado entre personas homosexuales o trans, que consideran al astrólogo un referente. También hay cabida para comentarios burlescos, pues los directores saben que han rodeado su carrera, y con los que tuvo que lidiar.

Desde que se conoció del estreno en Netflix de Mucho, mucho amor: La leyenda de Walter Mercado, ha sido común encontrar en redes sociales elogios al documental, que rescata a un personaje que dejó de estar en la pantalla para confinarse en una casa rodeada de las emulaciones de la gloria, pero con las ganas de volver a ser la estrella, la referencia. Supo que marcó pauta, orgulloso del camino recorrido, posa nuevamente frente a las cámaras para asegurar en esta película que es eterno.


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